Para hacer un buen discernimiento espiritual es
necesario tener en cuenta una serie de elementos básicos e indispensables, pues
no solo basta con ser conscientes de nuestra realidad. En el artículo anterior,
cuatro pequeños pasos fueron la preparación para poder iniciar formalmente un
proceso de discernimiento, pero se trata del mínimo, ahora presentaremos lo que
se exige para un buen proceso de búsqueda de la voluntad de Dios en la propia vida.
El discernimiento es una forma de mirar la
vida, la propia historia personal con sus aciertos y errores; es darle sentido
a cada experiencia y vislumbrar cómo Dios se ha revelado y sigue haciéndose
presente en ellos. El discernimiento debe ser un proceso de crecimiento
continuo, se trata de una búsqueda sincera y por supuesto requiere de paciencia y esfuerzo, dedicación y estudio,
pero merece especial atención que se necesita aprender a ver, escuchar, verse y escucharse.
En la tradición judeo-cristiana el corazón es
el órgano con el cual se tomaban las decisiones y no la cabeza y aunque en
nuestra cultura occidental se ha dado paso a enaltecer la razón (cabeza) ha
sido necesario voltear a ver y escuchar el corazón, no como el centro de los
sentimientos y emociones, sino como el espacio donde el entendimiento y la
voluntad se ejercen, por ello es necesario una búsqueda interior y es en el mismo corazón donde se encuentra la línea que divide lo bueno de lo malo,
ahí se descubren las propias motivaciones, los intereses personales, lo oscuro
y lo luminoso de nosotros mismos, es más, ahí están las respuestas de nuestra
existencia, pero hay que descubrirlas y liberarlas de lo que las oculta o no
permite verlas con claridad.
El discernimiento es también un camino de liberación, sí, pues hay
muchas esclavitudes que nos impiden caminar, como una idea errónea sobre
nosotros mismos o una mala experiencia que ha quedado arraigada en mi actuar.
El discernimiento ofrece herramientas que nos liberan, que nos hacen más auténticos,
conscientes, pero exige el dejarse ayudar para lograrlo.
Recordando un poco otros elementos del
discernimiento podemos ahora presentar algunas disposiciones necesarias para un
buen discernimiento. En tu proceso personal puedes clarificar si estás
disposiciones están presentes o es necesario comenzar a practicarlas.
a)
Recta intención. ¿Qué quieres elegir? La recta intención
consiste en elegir lo mejor o lo más adecuado para la propia vida según nuestra
opción de vida. No se trata de elegir entre una cosa buena o mala, porque la
segunda de entrada no debería elegirse, sino que se trata de elegir entre dos
opciones que son buenas en sí, pero vamos a discernir cuál es la mejor de las
dos. Para lograr una recta intención se necesita tomar conciencia de nuestras
motivaciones a la hora de actuar y a ello ayuda el conocimiento propio para
estar firme en lo que se quiere elegir. Personas tibias que van de aquí para
allá decidiendo entre una cosa y otra a cada momento no llegarán lejos.
b)
Silencio interior. ¿Qué quiero escuchar? Nunca se escucha a
alguien cuando hay mucho ruido. Si queremos escuchar a Dios y escucharnos a
nosotros mismos es necesario guardar silencio, y éste debe ser exterior e
interior. Para discernir hay que hacer un alto en el camino. La soledad y la
quietud son aliadas del silencio, de hecho, solo cuando estamos a solas y en
silencio descubrimos lo que queremos en realidad o analizamos lo que hemos
vivido con mayor luz. El silencio exterior se logra cuando nos apartamos a un
lugar quieto y en calma como el bosque o fuera de la ciudad, pero en nuestro
interior también hay mucho ruido y es necesario aquietarlo. Las preocupaciones
y problemas de la vida son los que lo provocan, hay que despejarnos del mismo,
una primera ayuda ya nos la da el estar físicamente en un lugar tranquilo, pero
también es necesario para lograrlo la concentración, la calma, la paciencia, la
reflexión. Reconocer que hay ruido dentro de nosotros es el primer paso para
acallarlo, solo cuando le ponemos atención a todas esas palabras que hay dentro
de nosotros y les ponemos atención entramos en la dinámica de la escucha y ésta
posibilita oír la voz de Dios que paradójicamente habla en el silencio y no
como estamos acostumbrados a escuchar a los demás.
El silencio es una actitud indispensable en el discernimiento y
generalmente es lo que más nos cuesta cultivar. Estamos acostumbrados al ruido
y a la actividad, pero en la vida es vital guardar silencio y estar en calma,
es una necesidad y no un privilegio, así que si tu vida es demasiado activa que
no te des tiempo para el silencio y la calma ¡cuidado!
c)
Tiempo oportuno. ¿cuándo discierno? Se trata de dedicar con calma y responsabilidad un espacio para su
ejercicio y no actuar de manera impulsiva. Muchas crisis en la vida son producto
de no haber realizado un discernimiento en el tiempo que lo requería, por ello,
hay que estar atento a la propia vida, ella nos da señales en las experiencias
y situaciones vividas, cuando ya hay molestia interior o no sabemos qué hacer,
es momento de apartarse para discernir.
d)
Apertura. El discernimiento se realiza en libertad y apertura. Esto quiere decir
que necesitamos estar con las manos vacías de ideas, presupuestos, intereses.
La recta intención nos lo recuerda. No podemos aferrarnos a algo para
discernir, porque ahí ya hemos tomado una decisión sin saber si ésta es buena o
mala en el propio caminar, ahí ya no tiene cabida el discernimiento. Estar
abierto es también permitir vernos a nosotros mismos con nuestras zonas
oscuras, a nadie le gusta ver lo “malo” que tiene, y muchas veces nos
defendemos y atacamos para que nadie se dé cuenta de ello, pero el
discernimiento pide lo contrario, pues solo cuando logras descubrir y asumir
responsablemente esas tendencias e intereses propios, dudas y errores, solo ahí
se da el paso para crecer y para decidir objetiva y acertadamente.
e)
Confianza. El miedo paraliza nuestras acciones y también las decisiones. El
discernimiento pide una actitud de confianza, así se podrá afrontar la propia
vida sin temores. La confianza da la certeza que lo que decida libremente y con
sus consecuencias es lo mejor para mi propio proceso, de otro modo, nos
viviremos en la angustia de no saber si lo que decidí fue lo mejor o no.
Siempre que se discierne existe la posibilidad de una solución.
f)
Acompañamiento. Ya lo hemos abordado un poco pero necesario
reforzarlo. El discernimiento no se realiza en solitario, se hace con la
compañía de los demás. Necesario confiar en personas prudentes y sabias, no
solo los amigos o personas de confianza.
g)
Discernimiento fraterno. Algo muy descuidado en nuestro tiempo es que
las decisiones que tomamos afectan a los demás, a nuestro entorno, por ello se
hace indispensable que los compañeros de camino (familia, pareja, comunidad,
amigos, etc.) tengan un papel importante en el discernimiento, su voz también
debe ser oída, sino caeríamos en un individualismo tremendo. Se trata que en
familia/comunidad se elijan las opciones adecuadas para vivir el proyecto de
Dios que no nos salva aisladamente sino de manera comunitaria.
Esta serie de disposiciones son una base segura
para discernir correctamente y que las decisiones que de él surjan sean
adecuadas para tu propio caminar. Recuerda que deben estar presentes en todo el
proceso del discernimiento y tener una revisión constante.